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Visión critica de las teorías de desarrollo de carrera y su relación con la teoría de capital humano

  • Foto del escritor: Mauricio J. Navarro-Bulgarelli
    Mauricio J. Navarro-Bulgarelli
  • 30 jul 2021
  • 13 Min. de lectura

Actualizado: 27 may 2024

Este post pertenece a una sección del blog dedicada a PROFESIONALES DE LA ORIENTACION VOCACIONAL y estudiantes universitarios de esta disciplina.


Si eres un JOVEN ENTRE 15-30 AÑOS, te podrían interesar las publicaciones de la sección llamada ORIENTACION VOCACIONAL



Jueves 29 de julio, 2021

Artículo a comentar en esta reflexión teórica:


Hooley, T. (2021). Career Development and Human Capital Theory: Preaching the “Education Gospel”. In P. Robertson, T. Hooley, & P. McCash (Eds.) The Oxford handbook of career development. Oxford: Oxford University Press.


Introducción

Para empezar este post quisiera introducir brevemente al autor del articulo a reflexionar. Tristam Hooley es profesor de “career education” en la Universidad de Derby en el Reino Unido, un académico estudioso de las teorías del desarrollo de carrera desde un punto de vista educativo.


Esta segunda reflexión teórica se refiere al articulo académico arriba citado. Primeramente expongo aquellas ideas presentadas por el autor que a mi juicio son más relevantes. En un segundo momento, expongo mis reflexiones profesionales al respecto de estas ideas.


Concepto de carrera

El documento parte del concepto de carrera que defiende el autor, que es entendida como los trabajos pagados y no pagados, la educación y formación recibidos y otras actividades con propósitos que realizan los individuos, por ejemplo voluntariados y compromisos familiares.


Sin embargo, desde la teoría del capital humano, se puede decir que se ve la carrera más bien con la metáfora de la competencia deportiva (race), lo cual fomenta el individualismo y la lucha despiadada por alcanzar las metas, en vez de verla como la metáfora del viaje, que podría fomentar valores como el compañerismo y la solidaridad.


Pero la carrera no tiene que ser esencialmente competitiva y estar enfocada en lograr la mayor rentabilidad financiera. Es posible valorar y disfrutar la experiencia de vivir y alejarse de las concepciones individualistas de lo que podría ser entendido como el éxito profesional. Esta idea del autor la he desarrollado en otro post anterior llamado “ ¿ves la vida como una carrera o como un viaje?, disponible aquí: https://vidaytrascendencia.wixsite.com/blog/post/ves-la-vida-como-una-carrera-o-como-un-viaje


El así llamado “evangelio de la educación” dentro de la teoría del capital humano

El discurso llamado en este articulo como “el evangelio de la educación”, parte de la importancia de persuadir a las personas para que se mantengan en el sistema educativo, para así ganar más capital humano.


Las posturas principales de esta teoría del capital humano, el autor las resume como el concebir a los seres humanos como capital y a la educación como inversión, lo cual inevitablemente minimiza a las personas y la educación, arraigando el valor de ambos en las racionalidades tecnocráticas y economistas.


La premisa principal es que invirtiendo en sí mismas, las personas pueden ampliar la gama de opciones disponibles, siendo así una forma en que los seres humanos pueden mejorar su bienestar. Y que, supuestamente, el mercado laboral premiará con mejores ingresos económicos a las personas que hallan invertido más en sus competencias laborales. En cambio, los trabajos que requieran menos competencias laborales tendrán menores ingresos, y por lo tanto, supuestamente estarán ocupados por personas que han “invertido menos” en el desarrollo de su capital humano.


El así llamado “capital humano” tiene relación con conocimientos, habilidades, competencias y atributos personales. Se parte del principio de que por medio de la educación podemos incrementarlo. Las claves de este “capital humano” son que es acumulable, es cambiable por bienes o servicios, y puede ser gastado. Visto desde esta óptica, mucho del trabajo en orientación vocacional tiene relación con el ayudar a las personas a construir, invertir y manejar su capital. Este capital puede ser psicológico, sociológico, cultural o financiero. Se trata entonces de formar y acompañar a las personas para que tomen decisiones sobre sus trayectorias educativas, con un ojo en sus capacidades y otro en las demandas del mercado laboral.

Esta teoría es la más influyente en la educación occidental, siendo el marco de las políticas educativas oficiales de los gobiernos desde hace ya varias décadas, incrementándose en los últimos años como una teoría que sustenta ideas de educación que es defendida por la ideología neoliberalista.


La orientación vocacional desde el desarrollo de carrera como una intervención educativa

El autor afirma que las intervenciones desde el desarrollo de carrera son educativas. Para afirmarlo, parte del cumplimiento que estas tienen sobre las premisas del pedagogo John Dewey, que dicen que en las sociedades, en cuanto más complejas en estructuras y recursos se vuelvan, más se incrementan las necesidades de procesos intencionales de enseñanza y aprendizaje formal. Este proceso educativo tiene relación no solo con la adquisición de conocimientos, sino además con el desarrollo de las habilidades requeridas para operacionalizar ese conocimiento y ser capaz de volverlo en acciones con significado.


Además, menciona que estas intervenciones típicamente se llevan a cabo dentro de sistemas educativos formales, teniendo siempre presente un diálogo entre la escuela y el mundo laboral.


Críticas del autor al desarrollo de carrera desde la teoría del capital humano

El autor menciona que, desde esta visión, la buena educación se define como un curso que conduce al individuo hacia un mejor salario, y una buena carrera es aquella en la que el individuo puede atraer ingresos económicos altos. Los esfuerzos humanos y la búsqueda de la vida, la libertad y la felicidad se reducen a ingresos en un balance financiero.


Además, otra critica presentada por el autor es que esta teoría ve el desarrollo de la carrera como un proceso de decisiones racionales de “inversión personal”, cuando el proceso de decisiones no es racional, ni linear, sino que esta influenciado por acciones, eventos y circunstancias de las cuales el individuo no tiene control.


También, otra critica relacionada con la anterior, es que la teoría del capital humano le da a los individuos total responsabilidad sobre sus decisiones en cuanto a las trayectorias educativas que toman, y la “inversión” que realizan en sí mismas sobre sus conocimientos y habilidades dentro de un modelo de “aprendizaje durante toda la vida” (lifelong learning). Es decir, se ignoran factores sociales y politicos que influyen y en muchos casos limitan considerablemente las alternativas de decisión en las trayectorias educativas que las personas pueden tomar. El autor argumenta que en muchos casos las alternativas educativas que permiten acceder a posiciones de bienestar, poder y oportunidades, son reservadas para un grupo privilegiado que puede acceder a ellas. Y el tratar de “predicar” que las decisiones son total responsabilidad del individuo ayuda a ocultar estas inequidades sociales y políticas que existen dentro de la sociedad.


Además, el autor plantea que el tener más personas graduadas de la universidad no necesariamente se ha traducido en más personas competentes o con trabajos que requieran mayores habilidades, como promete la teoría del capital humano. Incluso en muchos países, el tener más estudios no se traduce en una diferencia salarial significativa.


Al respecto de lo anterior, en el artículo se presentan estadísticas de la OECD (por sus siglas en ingles) del año 2019, en donde de 35 países analizados en cuanto a las ganancias relativas por nivel de calificación educativa, solamente en tres países la diferencia salarial es significativa con posgrados académicos e incluso (aunque en menor cantidad), con grados universitarios. Esos países son: Chile, Brasil y Costa Rica (en ese orden). En los demás países analizados, la diferencia salarial relativa por mayores niveles de estudio universitario (grado y posgrado), aunque en todos los casos es mayor que con la secundaria completa, no es tan significativa en opinión de este autor.


Por mencionar algunos ejemplos, con un posgrado en Chile se puede llegar a ganar un 500% más que con una secundaria completa, en Brasil un 350% más, en Costa Rica un 300% más, mientras que en países como Estados Unidos, Francia y el Reino Unido, la cifra ronda el 200%, y en países como Italia, Dinamarca y Países Bajos ronda el 180%, por último, en España, Suecia y Estonia rondan el 150%. Para analizar los datos pero con estudios universitarios de grado, mencionando los mismos países, en Chile se puede llegar a ganar un 300% más que con una secundaria completa, en Brasil un 250% más, en Costa Rica, Francia y Estados Unidos un 200% más, mientras que en el Reino Unido la cifra ronda el 150%, en países como Italia, Dinamarca y Países Bajos ronda el 125% y en España, Suecia y Estonia solo es levemente superior al salario devengado con secundaria completa.


Con estos datos, el autor concluye que la promesa de que a más educación más salario, no se cumple a cabalidad en la mayoría de los países investigados. También menciona que, mientras una falta de competencias sí parece disminuir el crecimiento económico de una persona, la abundancia de competencias (sobre-calificación) no necesariamente se traduce en crecimiento económico dentro de esta sociedad occidental.


Muchas de las críticas que se le pueden hacer a la teoría del capital humano están fuertemente relacionadas con las críticas que se han hecho a teorías de desarrollo y construcción de carrera, como el énfasis en narrativas individualizadas y la correspondiente ceguera a los análisis sociales. Tal enfoque en el individuo puede parecer que convierte al desarrollo de carrera (es decir a los procesos de orientación vocacional) como en un actor apolítico que solo busca ayudar a los individuos a promover sus propios intereses. Pero, los servicios de desarrollo de carrera y las políticas de estas intervenciones de orientación han sido incorporados a la ideología de la teoría del capital humano, y este mismo enfoque en el individuo actúa como una tecnología mediante la cual se pide a las personas que compren los discursos de la meritocracia y el individualismo.


Propuesta del autor

Hacia el final del articulo, se presentan propuestas interesantes para tomar en cuenta. Por ejemplo, se invita a ver no solamente el desarrollo de la carrera, sino también el desarrollo de una racionalidad emancipadora dentro de la carrera, para así poder educar en los individuos valores cívicos y pensamientos críticos que busquen no solo el propio bienestar, sino también el florecimiento de la humanidad, contribuyendo a un cambio social.


Para ello se deben repensar conceptos muy arraigados en la orientación vocacional desde el desarrollo de carrera, tales como competencias laborales, habilidades blandas, manejo personal de la carrera, el ser agente y autor de la propia carrera. Además, se debe reflexionar seriamente la relación que tiene la teoría del capital humano con principios neoliberalistas, y por último, pensar en intervenciones profesionales desde la orientación vocacional/desarrollo de carrera más alejadas de la teoría del capital humano. Una pregunta sugerente presentada por el autor es ¿somos humanos o somos capital?


También se sugiere que se debe ser cauteloso en cuanto al hecho de que las políticas educativas y recursos que reciben los programas de orientación vocacional/desarrollo de carrera, vienen de ideas fundadas en la teoría del capital humano, por lo que dejar del todo de lado intervenciones de este tipo podría ser catalogado como “rebeldías”, que a la postre se traduzcan en una disminución de recursos para los servicios de orientación vocacional y cambios en las políticas educativas que entorpezcan nuestra labor profesional. Por lo anterior, sumado a que en las expectativas de los “clientes” (así llamados en las teorías del desarrollo de carrera) cuando buscan servicios de orientación vocacional, harán difícil un cambio de paradigma en el corto plazo.


Pero poco a poco, debería de empezar a verse a las intervenciones de orientación vocacional/desarrollo de carrera, no como un apoyo a las decisiones de inversión inteligentes y permitir que las personas ganen la carrera, sino más bien desde una postura crítica, buscando desmitificar y transformar la estructura de oportunidades actual. Si se ha de asumir ese papel, el trabajo de la orientación vocacional debería ayudar a las personas a desarrollar una comprensión crítica del mundo; nombrando las diversas formas de opresión; problematizando normas, supuestos y relaciones de poder; en busca de la construcción de un mundo más solidaridario y de acción colectiva.


Dado que el trabajo de la orientación vocacional continuará, al menos por ahora, operando en un mundo en el que la teoría del capital humano es importante, deberá operar en una variedad de niveles. Por ejemplo, las intervenciones pueden buscar ayudar a las personas a comprender que es probable que sus propias oportunidades de vida mejoren al obtener calificaciones reconocidas, pero también apoyar la reflexión sobre por qué esto es así y qué problema social resuelve. Además, los profesionales de la orientación vocacional pueden trabajar con los “clientes” para que ellos y ellas busquen influír en las políticas y los sistemas de manera que desafíen las desigualdades de poder y brinden mayores oportunidades para la mayor cantidad de personas posible.


MIS REFLEXIONES PERSONALES

Después de publicar el post anterior de esta serie de “reflexiones teóricas”, varios lectores me indicaron que quizás era importante explicitar mis opiniones personales y reflexiones sobre las ideas desarrolladas por los autores. Por esa razón, en esta ocasión presentaré a continuación mis reflexiones sobre las ideas arriba expuestas.


En primer lugar, quiero señalar que coincido con el autor en cuanto a que las intervenciones de orientación vocacional/desarrollo de carrera son eminentemente educativas, esto sin negar su parte psicológica y social (recordemos que las principales teorías de orientación vocacional/desarrollo de carrera, proceden del campo de la psicología y la sociología principalmente). Independientemente de que estemos hablando de intervenciones individuales, grupales o colectivas, el carácter educativo de la orientación vocacional/desarrollo de carrera, al menos desde nuestra intervención profesional, estará siempre presente.


A esta idea se le puede agregar una postura muy interesante planteada por unas estudiosas de la orientación vocacional italianas Antonia Cunti y Alessandra Priore (sobre sus ideas posiblemente escribiré algo en futuras oportunidades), que hablan como desde la educación, la orientación puede facilitar experiencias culturales que permitan ampliar el horizonte de las personas estudiantes, y que de esta manera pueda considerar en sus narrativas vocacionales nuevas alternativas que, de no vivir estas experiencias culturales facilitadas por el centro educativo, quizás no podría tomar en cuenta.


Además, concuerdo con la idea de que todo acto educativo es a la vez un acto político, como lo explico siempre el pedagogo latinoamericano Paulo Freire. Es por eso que, no se puede pensar en una intervención en orientación vocacional que sea “apolítica”. En este sentido, la reflexión que nos invita a realizar Hooley en cuanto a la relación entre los principios de las teorías del desarrollo y construcción de carrera y al teoría del capital humano resulta muy valiosa.


Al respecto de esto, considero que no se trata de “anular” las ideas propuestas por los teóricos del desarrollo de carrera, sino quizás de complementarlos con otras posturas críticas y emancipadoras, como podrían ser las de la pedagogía critica de Paulo Freire. Otro ejemplo interesante de tomar en cuenta en una reflexión en esta línea podría ser las ideas expuestas por Sergio Rascovan en su paradigma critico, analítico e interdisciplinario de la orientación vocacional. Y sin duda, la lista de otras referencias que se podrían tomar en cuenta para este análisis podría seguirse ampliando.


Aclaro, considero muy valiosas las teorias de desarrollo y construcción de carrera, y comparto con ellas la idea de que la persona puede responsabilizarse por su construccion de carrera. Lo que digo es que hacerlo consciente de su propia realidad social y la de tantos otros, puede favorecer el hecho de que la persona se responsabilize también de ese cambio social al que puede aportar con sus decisiones vocacionales.


Y bueno, como los que me conocen saben que me gusta ser práctico, esta idea de complementar lo podría explicar de esta forma: a la pregunta de “¿Cómo te gustaría ser? (del modelo de Savickas sobre construcción de carrera), se le podría agregar después (¿o quizás antes?) la pregunta de: ¿Qué necesidad del mundo te inquieta y te sientes llamado a aportar para ayudar a solucionar?


Es decir, al discurso narrativo de la construcción de carrera, que expuse en el post anterior a este y que, como bien lo plantea Hooley, es individualista, se le puede agregar, como un complemento necesario, un discurso crítico y emancipador, que busque sensibilizar a las personas orientadas en cuanto a las situaciones sociales, ambientales y de diversas índoles que se dan en el mundo, y del como la construcción de la carrera personal no solo debe buscar el mejoramiento del bienestar personal, sino también, y necesariamente, la búsqueda de un bien común, mediante el cual, cada persona desde su propia carrera pueda aportar en la construcción de un mundo mejor, más bello, más solidario, más justo. En resumen, se trata de ayudarle a las personas orientadas a incluir en sus narrativas vocacionales el tema de la causa de justicia social en que la persona quiera involucrarse con su carrera (en el sentido amplio del término).


En este sentido, la idea de vocación, entendida como un llamado para servir a la humanidad, y que cada persona puede responder a ese llamado con las decisiones vocacionales que van construyendo su propia carrera, puede ser de mucha utilidad. Esta idea la ampliaré en un post que espero poder publicar en un futuro próximo, les invito a estar pendientes.


Por otro lado, considero que el léxico que utilizamos es importante. Por eso, a pesar de que muchas de estas teorías hablan de “clientes” (un concepto que alude totalmente a una visión capitalista de la orientación vocacional), el utilizar conceptos como “la persona orientada” o bien incluso “estudiantes” puede ser más adecuado para este cambio de paradigma que se persigue. En esta misma línea, otras palabras que se utilizan frecuentemente en orientación vocacional podrían ser repensadas, como el mismo termino de “competencia” que es mencionado por el autor.


También estoy de acuerdo con el autor en cuanto a la necesidad de ampliar el concepto de carrera, considerando no solo los trabajos y estudios realizados, sino también otras experiencias de vida como podrían ser los voluntariados, otras actividades no remuneradas y compromisos comunitarios y familiares adquiridos. Esta visión amplia podría ayudar a conciliar el hecho de que en muchos casos, las personas no puedan trabajar y/o estudiar en aquello en lo que se sienten llamados (aquello que creen es su vocación) o simplemente en aquello que desearían, debido a diversos factores del contexto socio-político, sino que se ven vistos en la necesidad de trabajar/estudiar en lo que pueden desde su realidad, para poder, por ejemplo, llevar los recursos económicos necesarios para subsistir.


Por ejemplo, con estudiantes universitarios que no estaban cursando la carrera “que querían”, sino la que “podían”, en donde quizás el cambio de “carrera”, aunque era una opción, por diversas razones quizás no era la más factible, solía trabajar esta “construcción de su carrera” de esta manera más amplia.


Me explico, ante la ansiedad que puede vivir una persona joven, es bueno que sepa que puede pensar por ejemplo en estudiar algo o bien realizar una ocupación para poder con ella tener una herramienta que le permita solventar sus necesidades económicas, y al mismo tiempo realizar otra actividad totalmente diferente por pasión y no necesariamente como estudio formal/ocupación (como podría ser en algunos casos un deporte, arte, música, etc ). Esta “segunda actividad” podría ser vista como una forma alterna de vivir alguna de sus vocaciones, o bien realizarla solamente como una pasión, lo cual es totalmente valido. Pero además, la persona podría realizar una “tercera actividad” en donde se invierta al menos un poco de tiempo a un voluntariado adonde pueda sentir que está cumpliendo en aportar algo a las necesidades de la humanidad, como esa parte más “social” de la vocación. A cada una de estas diversas actividades se les va a dedicar tiempo, a unas un poco más y a otras un poco menos, pero todas presentes de alguna u otra forma en la vida de la persona. Esta visión conciliadora en la construcción de sus carreras, les permitía a las personas estudiantes bajar su ansiedad y poder así tomar decisiones vocacionales con más serenidad.


Si a esto le sumamos la visión de servicio, es decir, que sin importar la ocupación que se desempeñe, siempre se puede realizar como una forma de servirle a la humanidad, haciendo lo mejor posible las tareas propias del trabajo/estudio, esto también puede colaborar en re-significar su trabajo y verlo como una parte de la construcción de su propia carrera vocacionada.


Hasta aquí esta reflexión por el momento. Soy consciente de que la misma queda abierta, y la invitación es para que quién quiera hacerlo, comparta los comentarios y reflexiones que este post le genere. Sigamos reflexionando juntos nuestras prácticas orientadoras.



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