Uno de los grandes retos que enfrentan los profesionales en Orientación en el contexto educativo costarricense actual
- Álvaro Roque Rojas
- 25 ago
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Cartago, 24 de agosto del 2025
Por: Alvaro Roque Rojas
Como profesional en Orientación, basado en mis años de experiencia como Orientador en secundaria y conversando con algunos colegas que trabajan especialmente con adolescentes, coincidimos en que uno de los mayores retos que se enfrentan en los centros educativos costarricenses es el desgaste físico y mental generado debido a la atención de situaciones disciplinarias o conductuales.
Algunas actuaciones diarias, requieren activaciones de protocolos y esto nos abre un sin número de escenarios de actuación tales como: denuncias en fiscalía, reportes a entidades gubernamentales, gestiones administrativas, referencias interdisciplinarias y el seguimiento posterior que debe existir en cada caso. Cuando estas intervenciones son muy seguidas pueden ser muy desgastantes para el profesional que las recibe, si me lo permiten les voy a contar una anécdota laboral:
Recuerdo un día de esos en los que se corre de inicio a fin, había pasado todo el día entre grupos, atenciones individuales y la planificación de una actividad institucional. No había tenido un momento para desayunar ni menos para almorzar, ya tipo 1:45 p.m cuando iba saliendo de grupo y pensé que todo estaba más estable me indicó una colega que una docente me estaba esperando con un estudiante porque había una situación delicada, eso implicó una activación de protocolo, llamar a los encargados, hacer referencia externa, por lo que fui cerrando el día tipo 4.30pm hasta esa hora pude atender mis necesidades personales… me sentía muy cargado física y emocionalmente.
Este desgaste o cansancio mental ha sido conceptualizado por algunos autores como “el síndrome del burnout” o el “síndrome del quemado”, el mismo como un factor de riesgo se entiende desde:
La Organización Mundial de la Salud en Saborío & Hidalgo (2015) el “Burnout” como un factor que puede propiciar un riesgo laboral, debido a su incidencia para afectar una vida con calidad, salud mental e incluso puede poner en riesgo la vida de la persona.
Si bien es cierto, la Orientación se rige bajo tres principios profesionales (Prevención, desarrollo e intervención social) desde mi humilde opinión en muchos centros educativos del país se están abordando muchas situaciones desde la intervención terciaria, es decir cuando ya pasó el problema o dificultad.
Por lo anterior, desde mi criterio profesional planteo humildemente dos vías para hacer frente a este reto actual, a continuación detallo cada una:
La primera es priorizar el principio de prevención primaria, esto conlleva a un compromiso profesional de identificar posibles necesidades primarias a inicios de año tales como: matonismo, acoso escolar, ciberbullying, entre otras más que puedan existir. Como paso siguiente es oportuno establecer estrategias de intervención inmediata que ayuden a mitigar el posible impacto o consecuencias generadas por las problemáticas antes mencionadas.
Por ejemplo, si se identifica la necesidad de abordar el tema del matonismo en algunas secciones se puede plantear pequeños grupos de trabajo en el que se aborde mediante círculos restaurativos, o talleres periódicos (semanales) en los que se trabaje tanto con las víctimas como con los victimarios el tema en cuestión con un seguimiento cercano durante todo el año para verificar el posible progreso.
La segunda vía que identifico para prevenir el síndrome del “burnout” es aprovechar los espacios de asesoría que se realizan a nivel regional en todo el territorio nacional una vez al mes promovidos por el Ministerio de Educación Pública para generar espacios de catarsis, que se entiende como una forma desahogarse o vaciarse, esta podría lograrse con profesionales de ayuda que posibiliten herramientas para la autorregulación emocional del profesional en Orientación.
En muchas ocasiones he escuchado la frase trillada de: “los profesionales en Orientación no deben estresarse porque la formación les da herramientas”, si bien es cierto la formación permite conocer que es el estrés y cómo disminuir la carga laboral eso no es del todo cierto, ya que se es persona antes que profesional y hay semanas de más carga laboral.
Incluso, como profesionales en Orientación debemos conocer nuestros límites, si esto implica apoyarse en personas cercanas de confianza o bien buscar ayuda profesional para regular la carga laboral siempre puede ser una opción a considerar. “No se puede ayudar a alguien más si nosotros mismos no estamos bien”.
En resumen, considero que pueden existir más vías alternativas para prevenir y enfrentar el síndrome del “burnout” o agotamiento mental, pero yo planteo dos muy puntuales: La primera es basarse más en el principio de la prevención primaria (identificar-desarrollar estrategias de intervención) durante todo el año y no esperar hasta que sean una realidad y la segunda es promover desde las asesorías regionales de Orientación que impulsa el Ministerio de Educación Pública de manera mensual espacios para la catarsis y autorregulación emocional.
Referencias bibliográficas
Saborío, L., & Hidalgo, L. F. (2015). Síndrome de burnout. Medicina Legal de Costa Rica, 32(1), 119-124.

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