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¿Qué podría significar una vida trascendente?

  • Foto del escritor: Mauricio J. Navarro-Bulgarelli
    Mauricio J. Navarro-Bulgarelli
  • 27 mar 2022
  • 8 Min. de lectura

Actualizado: 19 jun 2024


27 de marzo, 2022


Ésta es la primera de varias preguntas que están en la pagina de inicio de este blog al que he llamado Vida y Trascendencia. (al final de este post, les dejo el enlace del homepage por si quieren revisarlo)


Y bueno, hoy quisiera compartir algunas ideas en torno a esta pregunta. Lo que sigue son reflexiones que nunca están acabadas, están siempre en construcción y son abiertas al diálogo (como también se lee en la homepage).


Una primera respuesta que me surge es esta, “Es estar abierto a la Vida” Quisiera ampliarme mediante un refrán popular que recuerdo haber escuchado por primera vez siendo aún muy niño:


“Hay tres cosas que cada persona debe hacer en su vida: escribir un libro, plantar un árbol y tener un hijo…”José Martí


Pues les confieso que ya hice las tres… y ahora, ¿qué hago? Pues yo pensaría: “sigue escribiendo un libro, sigue plantando un árbol, sigue teniendo un hijo…”


Voy a intentar explicarme a continuación,


Escribe un libro


Es bien sabido que para escribir es necesario primero leer, y leer mucho. Al leer estamos entrando en contacto con las obras que ha hecho la humanidad a través de los tiempos. De cierta manera, con los libros (y le agregaría con los videos subidos en internet), podemos trascender el tiempo presente, de nuestro presente, y conectarnos con toda la historia de la humanidad. Y mientras más leemos (y más vemos videos interesantes o cosas similares), más nos damos cuenta de que menos sabemos. Y entonces, podemos sentir la tentación de pensar que nunca estaremos listos para escribir, porque ¿cómo poder comprender todo lo maravilloso que se ha “escrito” sobre un tema como para poder aportar algo “nuevo, novedoso”?...


Pero al aventurarme (aunque sea siempre con un poco de miedo), he comprendido que al escribir me conecto conmigo mismo, con mis ideas, reflexiones, emociones, anhelos… el escribir es un acto que conecta con el ser interior, y que paradójicamente, nos permite conectar “a la distancia” con tanta gente, alguna que quizás nunca llegaremos a conocer en persona, pero que ellos nos conocerán a nosotros un poco, por medio de nuestros escritos.


Y claro, al leer posteriormente lo que hemos escrito, podríamos tener la tentación de cambiarlo, o incluso de borrarlo… sobretodo cuando volvemos a los escritos después de algunos añitos. Pero bueno, ya no somos ese que escribió eso. Y al volver al escrito con esa claridad, comprendemos que hemos crecido, que hemos trascendido, y que esa huella que dejamos ya nos trascendió a nosotros también.


Y pienso que esta reflexión puede valer para cualquier obra creada por el ser humano. “Un libro” podría ser: una pieza musical, una pintura, la poesía, el deporte, un diseño arquitectónico o gráfico, un descubrimiento científico, el cuidar de las personas enfermas, una nueva teoría social, una clase bien dada en la escuela, un acompañamiento terapéutico, un artículo académico, un diagnóstico bien hecho… y al final, todos estos ejemplos, vividos en clave de trascendencia, se convierten en una conexión personal con la Belleza que se hace para compartirla… En estas creaciones humanas dejamos nuestra huella, trascendemos, y dejamos pistas para las nuevas generaciones que vendrán después de nosotros, y que se podrán conectar con nosotros, aun cuando ya no estemos físicamente… pero nuestra huella habrá ya trascendido… Como dice J.A.R. en una de sus canciones, …soplando vida y aliento…


Cuando era joven, recuerdo una experiencia que viví una noche que fui al teatro a un concierto de música clásica. Me sentí extasiado ante tanta belleza realizada por el ser humano. El teatro, la música… por un momento cerré los ojos, y me sentí conectado conmigo mismo de una manera que no se como describir. Era como si mi ser se fundiera con las notas musicales y la belleza de aquel teatro. Fue un momento trascendente. Esa noche, el “libro” musical y arquitectónico, creados por otros seres humanos, me ayudaron a conectar con mi ser….


Planta un árbol


Sembrar una semilla significa tener la esperanza de que algo crecerá, aún y cuando no lleguemos a verlo. Pero sabemos que necesitamos de los árboles para vivir. Sabemos que estamos sembrando vida. Ese cuidado de la Naturaleza sin duda es algo que nos hace trascender. Porque ella es fuente de vida. Porque sus frutos nos alimentan, su sombra nos cobija, su agua nos sacia y su oxígeno nos permite respirar. Esa es la paradoja, sembramos la semilla como si dependiera de nosotros, cuando en realidad somos nosotros los que dependemos de la Madre Tierra.


Al plantar una semilla podemos experimentar el ser co-creadores de algo que es mucho más grande que nosotros, es decir de algo de lo que siempre seremos creaturas. Y al dejarnos abrazar por esta paradoja, podremos experimentar la conexión total de la creatura con toda la creación. Esto lo he sentido particularmente fuerte en ese contacto con la naturaleza, cuando me he dejado sumergir en el silencio y la paz que he experimentado en medio de un bosque lluvioso, a la orilla de un río, en el atardecer en una playa tropical, debajo de una ola dentro del mar.


“Los cielos cantan, cantan la grandeza del Señor”


Cuando era adolescente iba mucho a campamentos en la montaña. Y en esos ratos de oración intensa en medio del bosque, sentía una conexión que no puedo describir con palabras. Me sentía muy cerca de Dios, sentía que la Naturaleza no solo “me cantaba Su Grandeza”, de alguna forma, esa Naturaleza de la que yo también soy parte, me hacían, por unos instantes, conectar. Aun a veces, solo a veces, cierro los ojos, y me transporto por unos breves instantes a aquellos momentos… y mi espíritu se calma, y me lleno de paz…


Ten un hijo


La fecundidad se puede vivir de muchas maneras. Tener “un hijo” significa preocuparse por alguien más fuera de ti. Significa cuidar tu “jardín interior” para que de el germinen frutos que otros puedan comer. Tener “un hijo” es dar la vida para que otro crezca, dar fruto en la vida de los demás… Esos frutos pueden ser engendrar un proyecto que hace del mundo uno más justo, adoptar una organización que aporta su parte para el Bien Común, criar una familia de personas de bien, hacer crecer una idea que permite vivir la solidaridad, acompañar a un grupo de personas que viven en medio de soledad… Tener “un hijo” nos permite trascender en la memoria de nuestros seres queridos.


“…por sus frutos los conocerán”.


Ahora de adulto, hace ya casi dos años que viví este momento por el que tanto había esperado. Mi hijo decidió nacer una semana después de la fecha prevista, pero, además, la pandemia, las políticas del hospital y otros acontecimientos que la Vida nos puso enfrente, hicieron que no pudiera estar en el momento del parto ni tampoco alzarlo a los días de nacido. Todo era incierto, no sabía cuando podría llegar ese momento de verlo por primera vez. Los días se me hacían eternos. En una ida al hospital, y con mi aun muy tímido italiano, lleno de ansiedad me animé a preguntar: ¿doctora, puedo ver a mi hijo? Cuando me dijo que sí supe que viviría un momento que jamás olvidaría. Casi sin darme cuenta, como de improvisto, un doctor me lo puso en mis brazos. Cuando lo sentí, lo entendí Todo. Fue un momento de conexión profunda. Tenía entre mis brazos a aquel que ya me ha empezado a decir papá, y me llamará así toda la vida (que no es poca cosa). Fueron pocos segundos, pero en ellos sentí que mi vida y la de él estaban conectadas para siempre. Pero no solo eso, ahora en la familia éramos tres. Esa conexión que sentí con mi esposa, de un momento a otro se convirtió en conexión con mi familia de origen, que estaba al otro lado del océano esperando noticias. Pero no terminó ahí, esa conexión se amplió a toda la humanidad. Gracias a ese primer abrazo con mi hijo, me siento ahora más que nunca parte de la familia humana. Me hizo sentirme niño de nuevo. Y ahora quiero aportar mi parte, respondiendo a mis llamados para hacer de este un mundo, uno mejor, por él, y en él, por todos los niños y niñas, los que están y los que vendrán... Y lo vivido aquellos días también me ayudó a comprender cómo podemos trascender incluso cuando ya no estemos. Trascender incluso la misma muerte. Esto lo he vivido especialmente cuando me he experimentado “la comunión de los muertos”. Cuando mis seres queridos que ya partieron me han visitado, he podido experimentar su compañía y su presencia real, sobretodo en los momentos de más angustia, como aquellos días en que a mi esposa, mi hijo y a mi nos separaba un hospital… pero cuando experimenté como las de mi familia ya resucitadas estaban en esos cuartos de hospital acompañándolos y cuidándolos, cuando por medio de ellas, el Amor podía llegar ahí adonde las circunstancias de ese momento particular no me permitían a mi llegar, eso me hizo sentir paz, en medio de aquella tormenta…


Reflexiones “extras”

(porque, aunque sé que no hay palabras para describir la trascendencia, insisto en buscarlas…)


  • La trascendencia la veo muy presente en la pedagogía. Las ideas de Freire, Bertolini, Montessori… y tantas otras y otros… nos pueden dar mucha luz. Diálogo, libertad, emancipación, justicia social, belleza, ternura, respeto por el tiempo del otro, autonomía, responsabilidad, solidaridad, son para mi parte del léxico de la trascendencia.


  • El vivir mis llamados, el tomar decisiones vocacionadas, me hacen caminar en la trascendencia. Es una forma de dejar mi huella en la construcción de un mundo mejor, más justo, más bello, más solidario… Sobre esto he escrito mucho en otros post de este blog…


  • La palabra en italiano OLTRE me encanta. En español se traduciría como “mas allá de”. Sin duda remite a lo trascendente… la idea de una palabra que se traduce en tres palabras, y en ambos idiomas son trascendencia, me hace pensar en el Padre, Hijo y Espíritu Santo. Tres personas, un Dios, en ambas formas trascendencia.


  • La siguiente metáfora se la escuché al jesuita Xavier Melloni. La ola, se sabe agua. Se sabe parte del océano. La ola no es el océano, pero se sabe parte del océano. Cuanto la ola se levanta y ve ante sus ojos el majestuoso azul de la infinidad del Mar, dice “OH Tu maravilloso mar”. Y cuando la ola baja y conecta con toda el agua del mar, se siente no separado de esa infinitud… Vivimos entre ambos momentos, somos a ratos ola que sube, a ratos mar no separado. Esta metáfora me ayuda a entender mejor las palabras de la Madre Teresa: “a veces sentimos que lo que hacemos es solo una gota de agua en el mar, pero el mar no sería el mismo sin esa gota de agua.”


  • La trascendencia es sed de Infinito, es Misterio, es lo que está más allá de todo, pero a la vez está en todo y en todos. Quizás Jesús de Nazareth nos lo quería explicar cuándo dijo: “yo soy el camino, la verdad y la vida”. En esas palabras yo veo una invitación a ser verdaderos caminantes peregrinos en la Vida… buscadores, constructores de caminos y de puentes, centinelas que anuncien con esperanza un mejor futuro…. Quizás nosotros somos caminantes verdaderos en la Vida… hasta comprendernos no separados de la Vida, como la ola es no separada del Mar…


  • Una idea que había ya expuesto en el post “como hablar de proyecto de vida en medio de tiempos tan inciertos” es esta: Desde la logoterapia, Bruzzone (2011) nos explica que cuando buscamos con muchas fuerzas solo nuestro propio bien, en lugar del altruismo, perdemos dedicación a las tareas vitales, descuidamos los vínculos afectivos y sociales y, paradójicamente, nos alejamos de la autotrascendencia. En cambio, si nos ocupamos más en el cómo poder trascender hacia dar frutos a los demás, entonces la autorrealización personal vendrá por añadidura.


  • Para cerrar quisiera proponer un ejercicio (no necesariamente lineal, quizás parcialmente cíclico), por el que podríamos intentar transitar en conexión con nuestro interior, con la Naturaleza, con la humanidad, con Dios, con la consciencia de estar presente en el presente, en fin, con lo trascendente. Para ello presento dos ejemplos:

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"yo estoy bien, tu estas bien"

"estamos bien"

"estamos"

"Bien"


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"la trascendencia es estar abierto a la Vida"

"es estar abierto"

"es estar"

"Vida"


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2 comentarios


Gabriela Rodas
Gabriela Rodas
30 mar 2022


Impresionante el relato de tu encuentro con tu hijo, es algo mágico que El disfrutará.


He tenido la oportunidad de sentir la cercanía de Dios en medio de los árboles del bosque y la presencia de mi madre, ahora habitante del cielo, mirando una luna llena.


Somos más que esto que vemos en el espejo todos los días.


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Mauricio J. Navarro-Bulgarelli
Mauricio J. Navarro-Bulgarelli
01 oct 2022
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Gracias Gaby por tus palabras tan llenas de profundidad y por todo lo que haces para sembrar en las personas ese amor por la lectura. Valoro mucho tu comentario. ¡Un abrazo!

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