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Papa Francisco, ¡Qué viva tu santa Alegría!

  • Marco N. Bulgarelli
  • hace 23 horas
  • 4 Min. de lectura

●      El día que almorcé con un amigo que se convirtió en un segundo abuelito


Por Marco N. Bulgarelli

23 de abril, 2025.


Soy comunicador. Periodista, publicista o una mezcla de ambos y a raíz de mi profesión he servido a la Iglesia Católica varias veces en las Jornadas Mundiales de la Juventud. Y en Cracovia 2016 tuve el privilegio de almorzar con Francisco. Otras tantas veces estuve muy cerca escuchando atento sus discursos...


Quería escribir esto con la cabeza fría. Sabía que cuando el Papa muriera varios colegas periodistas me iban a buscar para ayudarlos a coordinar notas, porque ya me venían escribiendo desde antes de semana santa para preparar su obituario. Una mala costumbre de los medios que necesitan matar a alguien antes de que la hora de la partida llegue...


Personalmente a pesar de la tristeza de que se apagará el gran faro de la juventud, una persona humana, alegre, de corazón noble que nos acercó a los pobres y siempre trató de ser un instrumento de su paz. Paz que transpiraba y transmitía porque según el mismo cuenta en el segundo cónclave en el que finalmente quedó electo la sintió desde el inicio; y por eso -en paz- aceptó la ardua tarea. Vaya paz que tenía que hasta tuvo tiempo de escuchar al Cardenal Claudio Hummes de Brasil cuando le dijo:

"Jorge, no te olvides de los pobres", y por eso aceptó el peso de ser nombrado Francisco, un santo con sandalias tan pesadas que ningún otro Papa se sintió digno de llamarse así...


Volviendo a la coordinación de entrevistas, es paradójico que a través de Francisco muchos amigos nos hemos vuelto a unir, a saludar y a enviar abrazos fraternales a la distancia. No sé si a uds les pasó, de fijo sí, no tengo pruebas ni tampoco dudas.

Lo que nos une es la Iglesia y la fe, pero para muchos el motor que nos llevó a ello fue conocerte y estar en comunión guiados por ti. Vaya experiencias que marcaron la vida de todos nosotros, aprendizajes de crecimiento para tantos, de vida y de esperanza en la tan maravillosas Jornadas Mundiales de la Juventud.

Un evento donde se siembra la semillita en TODAS las naciones del mundo a través de sus jóvenes demostrando la universalidad de la Iglesia, unidos en comunión todos juntos en una gran vigilia.


Tengo tantos aprendizajes de Francisco desde que nos dijó que hiciéramos lío, que saliéramos del sillón, que le "reventaba" los jóvenes queditos y nos animaba a equivocarnos y ser una Iglesia callejera de la fe.


De Francisco también aprendí que para evangelizar es mejor el silencio. Tan sabiamente nos explicaste que no hace falta hablar... para eso tenemos dos oídos y una sola boca. Y que primero tenemos que ponernos en los zapatos de los demás y así naturalmente iremos evangelizando. Y que ya si luego nos preguntan ahí si será el momento de bajar a la "Santísima Trinidad", que cordialmente actuará.


Aprendí que hay una única excepción:

"Bueno chicos, ¿alguno tiene hijos?

-Todos respondimos que no.

"Bueno, esa es la única excepción. Cuando los tengan hablen de Dios, hablen de su fe, hableles del catecismo. Eso es el deber que les da Dios con la responsabilidad de ser padres," agregó cerrando con un "qué rico este postre... Perdón es que los ví muy calladitos ¿Alguna otra pregunta? " Soltando una sonrisa pícara. Y es que en ese momento todos en la mesa nos sentimos en la última cena con Jesús, lo sentíamos en él aunque técnicamente estábamos con Pedro.


Desde ese momento no volví a abrir la boca para preguntar, tan solo lo escuchaba como cuándo mi abuelita en su mecedora me contaba historias. Y es que para muchos de nosotros que no los conocimos o los tuvimos tan poco lo veíamos a él como un viejito sabio, tierno, amable, jocoso y amigable. Nuestro segundo abuelito.


Aprendí que hay que hablarle a los abuelos, a los viejitos y vaya como he fallado en eso. De seguro hoy volviste a conversar con tu madre, hermanos y demás viejitos cara a cara como nos dijiste a todos los voluntarios una vez.


De Francisco admiré como muchos su papado, y admiré que fue el único Papa, me atrevo a decir de la historia, que pidió perdón por los maltratos a jóvenes y niños, por la corrupción de la Iglesia y sus bancos, por las cruzadas y la colonización indígena, porque él siendo hijo de migrantes lo vivió en carne propia. Él único que se atrevió a decir "quien soy yo para juzgar"...


Hasta luego amigo, la Virgen del Carmen a la que le hiciste tu promesa de no ver televisión nunca más te espera con los brazos abiertos.

Tu Pascua se dió en Pascua y tantísimas personas estarán abrazadas contigo. Te imagino haciendole bromas a Benedicto y a Juan Pablo.


Gracias por tanto, gracias por todo amigo, te extrañaremos segundo abuelito.

Rezaremos por ti como siempre nos pedías y hoy humildemente te pido que lo hagas por mí desde el cielo, y por todos.


Y como bendijiste la mesa ese día, "que viva la Santa Alegría",

VIVA tu SANTA ALEGRÍA Papa Francisco.





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