La verdadera libertad la encontré cuando entré a la cárcel
- Mauricio J. Navarro-Bulgarelli
- 14 oct 2022
- 8 Min. de lectura
14 de Octubre, 2022

El día de hoy la Vida me presentó una oportunidad que estoy seguro atesoraré en mi interior por el resto de mi vida. Fui invitado a compartir una sesión de Orientación vocacional con personas adultas privadas de libertad. Lo hice como parte de un proyecto que desarrolla la Universidad en la que estudió acá en Nápoles. Y la sesión forma parte de una serie de acciones pedagógicas que se realizan, como parte de la extensión social de la universidad y en conjunto con otros actores sociales como la iglesia local, la municipalidad del lugar y otras organizaciones sin fines de lucro.
A este proyecto educativo cuyos beneficiarios son personas privadas de libertad se le llama coloquial y cariñosamente “la comunidad”. Y “la comunidad” está justamente ubicada a la orilla del mar, con una vista del horizonte bellísima. Es una paradoja en sí misma, sabes que las personas que ahí frecuentan están privadas de libertad, pero a la vez sientes un poco de envidia, porque la vista es verdaderamente paradisíaca. Y las instalaciones en las que se desarrolla “la comunidad” (gestionada por la iglesia local con fondos municipales, es decir públicos) son verdaderamente hermosas, arquitectónicamente bellas. Ya el interior de la cárcel adonde las personas duermen no sé qué tan bello sea, por lo que cuentan creo que no tanto. Pero al menos pueden “salir” dos o tres veces a la semana a “la comunidad”, una de las veces que lo hicieron esta semana, fue para participar de la sesión a la que fui invitado a facilitar esta mañana.
El tema que trabajamos fue el del “proyecto de vida”. Les confieso que llevaba una libreta y un lapicero con mi “planeamiento de la sesión” esquematizado y con hojas en blanco para tomar apuntes. Pero al entrar y mientras estaba esperando que llegaran todas las personas participantes, tuve una intuición. Tomar notas podría ser intimidante para las personas participantes, es más, la libreta podría crear una barrera entre ellas y yo. Después de todo, solo tenía dos horas para compartir con ellas. Y posiblemente nunca las iba a volver a ver. Así que, como con un impulso que no me permite hacer otra cosa que seguirlo, me levanté de mi silla, y boté la libreta en el basurero, guardando el bolígrafo en mi bolsillo. Es así como me presenté sin nada más que mi ser ante el grupo de personas, y se dio un encuentro entre personas, nada más que eso.
Les comparto a continuación algunas de las frases que dijeron las personas participantes en diversos momentos de la sesión. No son frases textuales, por un lado, porque no las escribí, ni tampoco las grabé con ningún aparato tecnológico. Y por el otro, porque la sesión se dio totalmente en italiano (como era de esperarse, ¿no?). Por lo tanto, lo que les puedo decir es que lo que acá les comparto es lo que quedó grabado en mi corazón. Y por eso son tan reales. Porque es lo que viví, lo que aprendí, lo que estas personas me ayudaron a reflexionar, y lo que pude conversar con ellas. Con un corazón que se desborda de agradecimiento por lo vivido, y que no puede guardarse estas cosas solo para sí mismo, diría como con una necesidad de compartirlo que me quema por dentro, procedo a escribirlas acá:
--“Mi proyecto de vida es mi pasado, es mi historia. Y es mi presente. No puedo ver más allá de esta comunidad que vivo aquí adentro. ¿Qué sería de mí sin esta comunidad? Luego al salir, ya veremos…”
--“Mi proyecto de vida es como un árbol, mis raíces son negras, es mi pasado. Es mi familia, mi barrio, adonde aprendí a hacer todo lo que hacía. No reniego de él, es parte de mi historia, y sin eso no estaría aquí. Pero estar en la cárcel me arrancó de ese pasado oscuro, y permitió que creciera en mí un tronco que es cada vez más colorido, y el árbol está lleno de follaje, tiene muchos frutos de colores para dar. Y esto lo sé ahora, justamente porque estoy aquí…”
--“En la cárcel ves cosas horribles, vives cosas realmente espantosas. Pero todo eso te hace reflexionar. ¿Realmente quiero seguir por este camino? El camino que me trajo aquí no conduce a ningún lado. Por eso quiero forjar otro camino una vez que salga de acá, y quisiera compartir con los demás lo que he aprendido aquí adentro, para que puedan aprenderlo antes de caer acá, para que no tengan que caer acá para aprenderlo, como me pasó a mí…”
--“La vida es como un cigarro. Llena de momentos emocionantes, te prende, te da placer por un rato. Luego se va, se esfuma. Se quema. Pero siempre habrá otro cigarro que puedas fumar. Así es la vida… parece que se te esfuma de las manos, y luego aparece un nuevo momento por vivir”
--“Soy mamá, y lo más difícil para mí es no poder estar con mi hija. Cuando salga de aquí, lo que quiero para mi vida es tener un trabajo que me de los recursos para alquilar una casa y vivir ahí con mi hija, y poder comunicarme con ella todos los días. Pero mientras tanto, hago de la cárcel mi casa, y adentro he encontrado muchachas más jóvenes que yo, que me buscan para pedirme consejo, para pedirme ayuda. Y las acojo, como quién las adopta como hijas. Incluso a una le ayude con cuestiones legales, y fíjese que ella salió de la cárcel incluso antes que yo. Y me escribió una carta de agradecimiento, y en ella me decía que había sido como la madre que nunca tuvo. ¿Quién lo diría? ...ella encontró en mí a la madre que no había tenido, y yo encontré en ella a la hija que me permite ser madre, aunque esté lejos de mi propia hija de sangre…”
--“Un día estas jugando fútbol al aire libre, y al día siguiente estás dentro de una cárcel. Eso nunca lo planeas. Por eso creo que no puedo proyectar mucho ahora. Mi motivación para seguir es mi madre. Y mi proyecto de vida es que me pueda volver a ver jugar fútbol al aire libre, como aquel día, cuando tenía 15 años…”
--“La verdadera libertad es una ilusión, nunca somos del todo libres. Pero la libertad es un horizonte que nos permite avanzar, que le da un sentido a nuestras vidas, a pesar de todos los inconvenientes y los condicionantes que nos rodean. La libertad verdadera es sentirse libre de hacer lo que te venga en gana, sabiendo que luego tienes que asumir las consecuencias de nuestros actos…”
--“Para mí la libertad última no es la de elegir, sino la libertad de pensar. Porque hay tantas cosas que hago aquí adentro solo porque tengo que hacerlas. Pero siempre puedo tener la libertad de pensar. Y es en mis pensamientos adonde encuentro mi libertad…”
--“Yo he estado tanto tiempo sola, mejor dicho, he vivido siempre sola. Y he tenido tanto contacto con mi interior, que ahora siento una necesidad de contar lo que he descubierto. Lo que he vivido. Al salir quisiera encontrarme con muchachas que pueden tener dificultades como las que yo viví, y contarles mi historia. Y contarles lo que yo he descubierto. Y ayudarles a que tengan la ayuda que yo no tuve. Que encuentren en mí ese apoyo que yo nunca tuve, y que por eso caí aquí. Si pudiera ser un apoyo para que ellas no caigan aquí, entonces valdrá la pena.”
--“Para mí los sueños son una motivación para seguir viviendo. Yo por ejemplo sueño con poder viajar. Y cuando veo el mar, el atardecer, el cielo, me imagino viajando a tantos lugares, a esos que están muy lejos al adentrarse al mar, como ese país de adonde usted viene, al otro lado del mar. Yo veo la naturaleza, sueño con estos viajes, y me siento libre”
--“Que me perdonen ustedes los profesores universitarios, pero yo creo que al salir de la cárcel no quiero ir a la universidad a estudiar arte, porque creo que eso lo que haría es encerrar mi arte en las cuatro paredes de un aula y en las páginas de los libros de la historia del arte. Yo lo que quiero es desarrollar mi arte, porque encuentro mi libertad en poner mi arte en práctica”
Quedas perdonada (pensé en mis adentros). Y ¿cómo no? Más bien soy yo el que tengo que agradecer este comentario, que lleva detrás de él un desafío, el de convertir la experiencia universitaria en una práctica liberadora del “verdadero arte” de cada una de las personas que pasan por nuestras aulas. Y agradezco también todos y cada uno de los otros comentarios, los que acá escribí, y los que guardo en mi interior.
Es poco lo que se puede agregar luego de escuchar estas reflexiones tan profundas. Solo diré que me hacen recordar la invitación que le escuché alguna vez al P. Olaizola, de vivir la vida no como un turista, que tiene un itinerario super planificado de adónde va a ir y en qué horario exacto, que se baja solo en los sitios turísticos, se toma la foto, se come lo tradicional del lugar y se monta en el bus para seguir con su tour. Sino más bien, tomarse la vida como un peregrino, es decir como uno que va caminando, que sabe más o menos hacia adónde va, pero que no tiene mayores itinerarios, y se deja sorprender por lo que el camino le muestre. Y no sabe nunca cuánto tiempo permanecerá en un pueblo, ni cuándo será la hora de partir. Y esto le permite aparte de conocer los “lugares turísticos” del pueblo y comer la “gastronomía tradicional”, conocer además lugares insospechados, comer cosas inimaginables y vivir cosas impensables… Es entonces, cuando te abres a las sorpresas que la Vida te presenta, y te transformas, y te liberas…
Y creo que de eso va la vida, de tener un horizonte más o menos claro, es decir unos sueños, unos ideales, unas “causas justas” por las que vale la pena vivir, unas vocaciones que se quieren responder, y luego, caminar hacia ellas, teniendo más o menos pensado el camino (algo habrá que planificar, ¿no?), pero transitando la vida con una actitud de peregrino. Es decir, abierto a la sorpresa, a lo inesperado, a lo que sale diverso de lo que has planeado. Y es ahí cuando puedes ver como El Misterio se te abre enfrente. Y aprendes. Y creces.
Porque cuando te atreves a entrar en tus propias cárceles, cuando vuelves la mirada a tu interior, te liberas. No por arte de magia. No siguiendo formulas determinadas. De hecho, como dijo una persona siempre en la sesión de hoy “Cada uno es diverso, y por eso cada uno tiene su propio camino para construir su proyecto de vida”
Pero al final, la experiencia de cada uno es también nuestra experiencia, y nuestra experiencia se conecta de manera misteriosa con la experiencia de cada una de las personas con las que te encuentras. Y es así como te dejas sorprender por el paso del Dios de los encuentros, el cuál una vez más el día de hoy me vino a encontrar en medio de esas personas, que son “privadas de libertad”, pero que me invitan a cuestionarme que tan libre soy yo, y definitivamente me sorprenden con la libertad interior que viven su estancia en la cárcel, y en “la comunidad” …
Ya lo ven, y yo que tenía miedo de ir a la sesión de hoy (se los confieso). Pero me animé a ir, con miedo, pero fui… Y, ¿Quién lo diría? Ahora puedo decir, citando a la persona que en la mañana dijo esta frase, que hoy también me pasó a mi: “la verdadera libertad la encontré cuando entré a la cárcel”
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