La realidad de desesperanza en nuestros niños(as) y adolescentes, ¿Qué podemos hacer?
- Mauricio J. Navarro-Bulgarelli
- 23 abr 2020
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 2 oct 2022
9 julio 2018
Una noticia publicada ayer en el periódico La Nación (Costa Rica) me inquietó: "En el primer semestre de este año, el Hospital Nacional Psiquiátrico atendió a 161 menores de edad con diagnóstico de intento suicida en el servicio de Urgencias. De ellos, 125 son mujeres y 36 hombres... La desesperanza es el principal riesgo que los acecha y los hace desarrollar comportamientos suicidas, que incluyen desde la idea o el pensamiento de querer morir, hasta los gestos e intentos de acabar con su vida." (Disponible en: https://trib.al/kNITE8x )
Esta idea de que los menores de edad sufren de desesperanza me viene provocando inquietudes desde hace algunos años. Lo veo en mi práctica profesional como orientador. Y me alarmó mucho hace algunos años una investigación realizada por la Clínica del Adolescente de CR, que entre sus hallazgos afirmaba que para el 2013 el 25% de los jóvenes que cursaban 10mo, 11mo y 12mo sufrían de desesperanza (Fuente: Tercer estudio de la situación de la adolescencia en la educación secundaria de CR, Clínica del Adolescente de la CCSS, 2013). Me parecen datos muy fuertes, el 25% significa uno de cada cuatro. En mis clases de Orientación (precisamente de 10mo y 11mo) tengo en promedio 30 estudiantes. ¡Quiere decir que en cada clase tendría entre 7 y 8 estudiantes con desesperanza! Desde que leí esto, decidí tomarme el tema del desarrollo de la esperanza muy, pero muy en serio. Quizás en otro momento pueda comentar como lo hago en mis clases de Orientación, pero el objetivo de esta entrada es otro, así que sigamos...
La reflexión importante aquí es ¿cómo poder llevar esperanza a estos niños(as) y adolescentes? ¿cómo protegerlos de la desesperanza?
Los factores protectores de la desesperanza
Afortunadamente, en el mismo artículo citado de La Nación, el Dr. Max Figueroa nos da algunas luces importantes. Nos dice que entre los factores protectores para la desesperanza en los niños: "Fundamentales...Uno, las relaciones y la comunicación intrafamiliar....Y familia no es necesariamente la biológica. Número dos, la religiosidad. La presencia de valores espirituales genera esperanza.... oportunidades de ser: como el deporte o la música..." Conozco al Dr. Figueroa en persona y como profesional. En años anteriores, algunos de mis estudiantes de secundaria han sido atendidos por él, logrando resultados muy positivos en sus vidas adolescentes. Además, he recibido varias capacitaciones con él. Por eso puedo dar fe de su calidad profesional, y también de su calidad humana. Y por si esto fuera poco, su cargo le respalda para poder decir que es una verdadera autoridad en la materia: Jefe de Psiquiatría del Hospital Nacional de Niños. Así que, si el Dr. Figueroa es una autoridad profesional y moral para hablar de la materia, vamos a analizar un poco las recomendaciones que nos da.
Las Escuelas de la Paz, una experiencia de esperanza
Lo primero que menciona el especialista son las relaciones y la comunicación intrafamiliar, y no necesariamente la familia biológica. Esto me hace pensar en la importancia del encuentro entre personas, y el vínculo que se genera a partir de la amistad que estos encuentros provocan. Aquí quiero contar la experiencia de las Escuelas de la Paz, de la Comunidad de Sant´Egidio. Fundamentalmente se basan en lo que el Dr. Figueroa llama "las relaciones intrafamiliares no necesariamente biológicas." A nosotros en la comunidad nos gusta llamarles: la amistad. El principio de las escuelas de la paz es muy sencillo, un amigo grande (voluntarios colegiales y universitarios principalmente) que acompaña a un amigo pequeño (niños y adolescentes que viven en barrios pobres por todo el mundo). Cada semana, los amigos grandes visitan a los amigos pequeños en sus casas, conversan con sus familias y los llevan a un lugar (ya sea una sede de la comunidad, un salón parroquial, comunal u otro similar) en donde comparten por varias horas. Hacen la tarea de la escuela regular, estudian para los exámenes, cantan, juegan, reflexionan sobre la paz, hablan sobre los países que están en guerra, comparten una comida, se ríen juntos. Estos encuentros periódicos, hacen que entre ellos se vaya creando este vínculo tan maravilloso llamado amistad. Y esta amistad a su vez, hace que nuestros amigos pequeños encuentren en los amigos grandes personas en las que pueden confiar, que los apoyan y acompañan en el día a día de sus vidas, no solo a ellos(as), sino también a sus familiares. En la comunidad decimos que somos una familia de familias y también en algunos casos nos convertimos en la familia de los sin familia.
El segundo punto importante que menciona el Dr. es la religiosidad, ya que la presencia de valores espirituales genera esperanza. En la comunidad de Sant`Egidio lo sabemos, por eso desde el nombre lo dejamos claro: Las escuelas de la Paz. Trabajar con los niños, niñas y adolescentes en los valores que favorecen la construcción de una cultura de paz es un factor que genera esperanza en ellos, pero también en nosotros. Las escuelas de la paz están ubicadas en barrios pobres. El ambiente en estos lugares suele ser violento, en algunos casos causados por el hacinamiento y las malas condiciones en las que viven. Estos contextos hacen que los niños sean vulnerables a comportarse violentamente, a dejar sus estudios, a caer en las drogas e incluso en las pandillas. Ante tanta desesperanza es necesario llevar la esperanza, por eso los valores espirituales de este tipo de organizaciones son fundamentales en tantos y tantos barrios de nuestros países. El resultado con el pasar del tiempo salta a la vista. Niños que cada vez tienen menos comportamientos violentos, y están obteniendo mejores notas en la escuela son dos logros visibles de la amistad que se genera en las Escuelas de la Paz.
El tercer punto que plantea el especialista es ofrecerle a los(as) chicos(as) oportunidades de ser, como el deporte o la música, entre otros. Sin duda no hay nada más valioso que el niño que puede jugar, y al hacerlo aprender. Jugar cantando, jugar haciendo deporte, jugar con el arte. En las escuelas de la paz es común ver a los amigos pequeños entre colores y pinturas, dibujando y pintando de colores miles de paisajes y escenas, algunas facilitadas por sus amigos grandes, otras muchas salidas de la imaginación de los niños y niñas. Los cantos con guitarra y los juegos de mesa o con balones de fútbol son normales en nuestras escuelas.
Sin duda son muchas otras las organizaciones que ofrecen espacios para nuestros niños y niñas, para nuestros adolescentes y jóvenes que, al igual que las escuelas de la paz, se convierten en verdaderos refugios que protegen a los niños y adolescentes de la desesperanza. Solo por mencionar dos experiencias más, podría nombrar los Centros de Desarrollo Humano, por ejemplo La Cometa, que es un esfuerzo conjunto del Movimiento Comunión y Liberación y Gobiernos locales, o la muy famosa en Costa Rica Obras del Espíritu Santo…
Quisiera preguntarle a usted, estimado(a) lector que ha tenido la gentileza de llegar hasta acá, ¿Qué hace usted para proteger a los niños y niñas, a los(as) adolescentes y jóvenes de la desesperanza?
Son muchas las organizaciones en que puede donar su tiempo y/o sus recursos para aportar en esta lucha tan importante. Ojalá y cada vez seamos más y más los agentes de esperanza que construyamos juntos un mundo mejor, con más esperanza para nuestros niños y niñas.

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